Una de las cosas que más me gustan de la navidad es que hace que
recupere las ganas de querer vivir en mi país Venezuela. Desde los deliciosos
platos que se realizan para la ocasión hasta el olor a pólvora quemada de
fuegos artificiales , hacen que reaparezcan deliciosos recuerdos de otras
navidades , y sobre todo aquellos aun más felices de cuando ingenuamente
pensaba que existía el niño Jesús. Lamentablemente mi fe en aquel generoso ser
se derrumbó cuando una de mis primas mayores me contó que los patines que le
había traído , Santa Claus en su caso, eran idénticos a los que había
conseguido guardados accidentalmente en el closet de su mamá. Aun así , el 24 continuó
siendo una fecha agradable año tras año
incluyendo este, solo que hasta las 2:30 de la mañana. A partir de esa
hora todo dejó de ser como antes.
Transcurrió
normal , como siempre, fuimos a casa de mis abuelos , comimos hallacas ,
abrimos los regalos y a las 2:30 AM estábamos de regreso. Mientras tanto mis
vecinos de atrás aun les faltaba para llegar al clímax de su celebración , su
música a todo volumen sugería la posibilidad que al igual que el día anterior
se quedaran hasta las 5:00 AM. Pensé en llamarlos para que bajaran un poco el
volumen , pero no , preferí intentar dormirme antes de comportarme como Ebenezer
Scrooge o El Grinch en navidad. Graso Error.
Ya a las
4:00 AM no había podido dormir un solo segundo. La música que tenían dejó de
serlo cuando empezaron una eterna sesión de karaoke grupal. Un poco disgustado
decidí llamar a la sede de la asociación de vecinos para que se acercaran a
decirles que bajaran un poco el volumen. Efectivamente fueron, solo que mis
vecinos no quisieron ceder. Que esa era su casa y que nadie podía mandarles a
bajar el volumen. Maldita sea coño, pensé
No me quedó
más remedio que llamar a la policía. Me atendió una señora con voz de recién
levantada. Emergencia el hatillo buenas noches – Disculpe señorita detrás de mi
casa hay un grupo de borrachos cantando. ¿Será que puede mandar una patrulla
para que bajen un poco el volumen?- Si claro como no. Pasó una hora, empezó a amanecer y seguía escuchando el coro
desafinado que gritaba: “Yo no quiero agua yo quiero bebida”. Volví a llamar.
Emergencia el hatillo buenas noches. - Señorita ha pasado una hora y no ha
llegado la patrulla ¿qué pasa? – Disculpe señor es que solo tenemos una unidad para todo el municipio, las demás
están averiadas . No sabía si reírme o no.
Llegó la
patrulla , pues escuche la sirena , pero el volumen nunca bajó. Resignado traté
otra vez de dormir sin éxito. Comencé a pensar de cómo nos encanta
retroceder el camino avanzado en la evolución y de lo cerca que volvemos a
estar del chimpancé cuando nos emborrachamos, pues tampoco es que no me haya
pasado. Vi el reloj que mostraba las 7:30 AM , afectado por la falta de sueño y manejado por la rabia ,
agarré las llaves del carro para ir a apagarles yo mismo la maldita música. No
fue necesario engorilado como
estaba , tan cercano al chimpancé como ellos mismos, logré que al fin hicieran silencio.
Al día siguiente cuando
ya todos en mi casa estaban almorzando y yo apenas desayunando le conté a mi
mamá todo lo que había pasado, se
molestó, y no con los vecinos . Tu
no sabes como pueda reaccionar esa gente que ni siquiera le hizo caso a la
policía. Y tiene razón. Ya en la
noche cuando fui a buscar el correo en el buzón me encontré con un diario
municipal que tenia una foto de unas patrullas policiales en fila que había adquirido la
alcaldía,decía algo así como que
la alcaldesa se preocupa por la seguridad. Sin pensarlo solté la
carcajada.