Siempre la miraba como con miedo, ella con su mirada fija en el vacío me miraba sin observarme. De niño nunca me atreví a verla por más de diez segundos, y es que nunca pude entender como mi abuela, que tenía ese carácter tan fuerte, se había atrevido a guindar en el medio de la sala un cuadro con una mujer desnuda que se cubría apenas con un trapo y una manzana. Mucho tiempo después ya con más uso de razón entendí que aquel retrato no era un monumento a la vulgaridad sino una obra de arte. No solo esto, por un momento llegamos a pensar que lo que guindaba era un cuadro extraviado de Julio Romero de torres, uno de los más grandes pintores de España a principios del siglo XX. Y como no dejarse engañar si el cuadro tiene en una esquina escrito con letra grande ”Julio Romero de torres”, y en la parte de atrás su firma y la fecha en que lo pintó(1909).
Si el cuadro era autentico entonces como era posible que hubiese llegado a Venezuela y más extraño aun a la sala de la casa de mi abuela. La respuesta no será muy convincente para usted apreciado lector, pero sí para quien con 15 años y lleno de expectativas piense que pueda tener en su casa una obra de arte de fama universal. Resulta que mi abuelo, a quien nuca conocí , era abogado y una vez lo tocó defender a una pareja de españoles que habían llegado a Venezuela huyendo de la guerra civil, mi abuelo ganó el juicio y estos en agradecimiento le regalaron un cuadro que habían traído de España.
Por supuesto que esto no era suficiente evidencia para verificar la autenticidad pero tampoco para negarla. Años más tarde en mi primera visita a Madrid , que fue con mi familia y mi abuela , a mi abuela se le ocurrió llevar una foto del cuadro al museo del prado para buscar algo que se le pareciera. El resultado fue que lejos de verificar la autenticidad del cuadro , mi abuela termino perdiéndose en el gigantesco templo dedicado al arte apareciendo horas después acompañada de un guardia del museo.
Para salir de cualquier tipo de dudas mi abuela invitó a un especialista quien concluyó que quizás podía ser un cuadro del hijo, pero que para saberlo habría que llevarlo al museo de Córdoba. Si el cuadro es autentico o no, ya eso no me llama la atención , ahora solo me conformo con ver a la musa dibujada en el lienzo, mirarla, esta vez sin miedo, para que ella que me conoce desde pequeño me responda con la misma mirada de hace 20 años y yo preguntarme entonces ¿será o no será?
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