30 dic 2011

Un cuento de navidad


Una de las cosas que más me gustan de la navidad es que hace que recupere las ganas de querer vivir en mi país Venezuela. Desde los deliciosos platos que se realizan para la ocasión hasta el olor a pólvora quemada de fuegos artificiales , hacen que reaparezcan deliciosos recuerdos de otras navidades , y sobre todo aquellos aun más felices de cuando ingenuamente pensaba que existía el niño Jesús. Lamentablemente mi fe en aquel generoso ser se derrumbó cuando una de mis primas mayores me contó que los patines que le había traído , Santa Claus en su caso, eran idénticos a los que había conseguido guardados accidentalmente en el closet de su mamá. Aun así , el 24 continuó siendo una fecha agradable año tras año  incluyendo este, solo que hasta las 2:30 de la mañana. A partir de esa hora todo dejó de ser como antes.
    Transcurrió normal , como siempre, fuimos a casa de mis abuelos , comimos hallacas , abrimos los regalos y a las 2:30 AM estábamos de regreso. Mientras tanto mis vecinos de atrás aun les faltaba para llegar al clímax de su celebración , su música a todo volumen sugería la posibilidad que al igual que el día anterior se quedaran hasta las 5:00 AM. Pensé en llamarlos para que bajaran un poco el volumen , pero no , preferí intentar dormirme antes de comportarme como Ebenezer Scrooge o El Grinch en navidad. Graso Error.
    Ya a las 4:00 AM no había podido dormir un solo segundo. La música que tenían dejó de serlo cuando empezaron una eterna sesión de karaoke grupal. Un poco disgustado decidí llamar a la sede de la asociación de vecinos para que se acercaran a decirles que bajaran un poco el volumen. Efectivamente fueron, solo que mis vecinos no quisieron ceder. Que esa era su casa y que nadie podía mandarles a bajar el volumen. Maldita sea coño, pensé
    No me quedó más remedio que llamar a la policía. Me atendió una señora con voz de recién levantada. Emergencia el hatillo buenas noches – Disculpe señorita detrás de mi casa hay un grupo de borrachos cantando. ¿Será que puede mandar una patrulla para que bajen un poco el volumen?- Si claro como no.  Pasó una hora, empezó a amanecer y seguía escuchando el coro desafinado que gritaba: “Yo no quiero agua yo quiero bebida”. Volví a llamar. Emergencia el hatillo buenas noches. - Señorita ha pasado una hora y no ha llegado la patrulla ¿qué pasa? – Disculpe señor es que solo tenemos una  unidad para todo el municipio, las demás están averiadas . No sabía si reírme o no.
    Llegó la patrulla , pues escuche la sirena , pero el volumen nunca bajó. Resignado traté otra vez  de dormir sin éxito. Comencé a pensar de cómo nos encanta retroceder el camino avanzado en la evolución y de lo cerca que volvemos a estar del chimpancé cuando nos emborrachamos, pues tampoco es que no me haya pasado. Vi el reloj que mostraba las 7:30 AM ,  afectado por la falta de sueño y manejado por la rabia , agarré las llaves del carro para ir a apagarles yo mismo la maldita música. No fue necesario  engorilado como estaba , tan cercano al chimpancé como ellos mismos,  logré que al fin hicieran silencio.
        Al día siguiente cuando ya todos en mi casa estaban almorzando y yo apenas desayunando le conté a mi mamá todo lo que había pasado,  se molestó,  y no con los vecinos . Tu no sabes como pueda reaccionar esa gente que ni siquiera le hizo caso a la policía. Y tiene razón.  Ya en la noche cuando fui a buscar el correo en el buzón me encontré con un diario municipal que tenia una foto de  unas patrullas policiales en fila que había adquirido la alcaldía,decía algo así como que  la alcaldesa se preocupa por la seguridad. Sin pensarlo solté la carcajada.

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