Una de mis malas amistades, un día hace mucho
tiempo, me enseñó a como salvarme en caso de que una mentira mía fuese
descubierta, mejor dicho, me enseñó a como salvarme de esas situaciones en que
me vea comprometido en caso de que una mentira mía no haya sido capaz de
imponerse a la verdad . La
estrategia es simple : Si te descubren lo niegas hasta la muerte. Aunque nunca me olvidé de la frase ,
paso mucho tiempo para que pudiera aplicarla, y no es que no haya dicho
mentiras desde entonteces, pues para que les voy a mentir, solo pude aplicar la
recomendación una vez con una mentira que se veía blindada contra
ametralladoras.
En un curso de Verano que hice en Boston
decidí inscribirme al
gimnasio de la universidad , la gracia me costó $30, pero aquel gimnasio tenía
de todo : canchas de futbolito, básquet, squash, pista para trotar, toda clase
de máquinas y hasta pared para escalar.
Lamentablemente no muchos estudiantes de verano estaban inscritos y no
había mucha gente con quien jugar por lo que decidí invitar a un amigo que no
estaba registrado en el gimnasio a jugar squash. El simple derecho de utilizar por un día las instalaciones
(que estaban vacías) costaba $15, un robo a mano armada. Fue allí cuando se me
ocurrió la no tan brillante idea.
Como la burocracia de Boston University se
había equivocado enviándome dos carnet, uno con foto y otro sin foto, pensé que fácilmente podía sacar
provecho de aquella situación, le doy a mi amigo Julián el carnet que no tiene foto para que lo
pase por la cinta magnética , y luego de 20 minutos , paso yo con mi carnet
como siempre lo hacia y si por pura casualidad algo salía mal , lo único que
tenía que hacer era negarlo hasta la muerte. ¿Fácil no?
Luego de contarle a Julián los detalles de mi
fantástico plan, procedimos
minuciosamente como quien se propone a robar un banco. Mientras yo esperaba
sentado en las afueras , vi como Julián pasaba por la cinta magnética el carnet
que no tenía impreso mi rostro, no hubo problema. Escucho cuatro canciones en mi ipod cual lo acordado, y
transcurridos ya más de 20 minutos me decido a ingresar. Paso el carnet por el
lector, se prende la luz verde y suena el
pítico agudo que me dice que he sido aceptado. Accedo con una sonrisa de
oreja a oreja que se esfuma a los dos minutos cuando uno de los empleados del
gimnasio se me aproxima para preguntarme gentilmente si lo puedo acompañar a la
oficina. Apparently someone came in
with your ID, me dice y yo
le contesto ¿Really? Mientras retrocedo en el recorrido avanzado
pienso : a negarlo , a negarlo , a negarlo. Cuando llego a la oficina veo que la pantalla exponía la foto de
Julián entrando comparándola con la mía de hace 5 minutos. Ni si quiera me
preguntaron por una versión. I am sorry fue lo
único que pude decir.
Aunque lo que acabo de contar no es más que
el recuerdo de un recuerdo , sirvió como escarmiento para otras oportunidades.
Más adelante descubrí otra estrategia que si no me salva, bastante puede ayudar.
Para que decir mentiras, en mi opinión para ser un buen mentiroso se debe nacer con esa habilidad, no creo que
existan buenos mentirosos a medias. En todo caso para que decir mentiras cuando
se puede decir solo una pequeña parte de la verdad.
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