Produce tanta expectativa y emoción , que poco importa el martirio que significa salir desde Maiquetía (aeropuerto de Caracas) , las pocas horas de sueño acumuladas, o las diez horas de encierro en el avión. Una vez que se pone el primer pie sobre ella regresan el ánimo y la energía necesaria para empezar a recorrerla.
Gracias a Dios y al espíritu santo que Roma se salvó de no ser destruida en la segunda guerra mundial como si le paso a Berlín y a Varsovia. De no haberse rendido a tiempo los italianos no hubiese sido posible disfrutarla como se hace hoy en día. Ni a Roma ni a todas las Romas que hay dentro de Roma.
Está la Roma del imperio, esa que aparece por todos los rincones de la ciudad en forma de ruinas. Desde el hotel en donde nos estábamos quedando que exhibía con orgullo unas esculturas encontradas durante una remodelación , hasta las que se atraviesan para entorpecer las excavaciones del metro. Estas últimas son las responsables de que solo existan dos lineas de tren subterráneo en la ciudad y que la movilización para los turistas se lleve a cabo más que todo a pie, en autobús o en taxi.
Mi ruina preferida y seguro la más emblemática de todas es el coliseo. Al verlo , inmediatamente se empieza a pensar en la grandeza del imperio, en la cantidad de prisioneros que han debido pelear allí dentro deleitando a una audiencia que disfrutaba verlos convertirse en pasapalos para leones. El tamaño de lo que queda es bastante grande , por lo que su construcción ha debido tomar muchísimo tiempo y la cantidad de mármol que se ha debido utilizar para forrarlo completo ha debido ser gigantesca. Y no solo el coliseo, en muchas de las otras ruinas se observa el gusto de los romanos por el mármol. Hoy en día el mármol solo me recuerda a funcionario corrupto de dictadura tropical pero en aquella época seguro fue verdadero significado de elegancia.
También está la Roma de las iglesias . En Roma sin exagerar en cada dos cuadras hay una iglesia. La más importante es el complejo del vaticano que con el museo, la plaza de San Pedro y la capilla Sixtina es seguro uno de los monumentos más importantes a visitar quizás en toda Europa. El único problema es el mar de gente que lo visita a diario que atosiga y cansa. Pero en Roma sobran las iglesias intervenidas por los pintores y escultores más importantes del renacimiento por lo que no hace falta ahogarse en el río de gente para ver una.
La Roma de las piazzas y de las estrechas calles es la culpable tres ampollas que tengo en el pie. Para llegar a algún sitio en Roma lo más seguro es que uno se pierda en el camino porque las calles en la ciudad no tienen un sentido lógico definido. Esa es la mejor manera de descubrirla, avanzando sin orientación para que sea ella misma la que te vaya mostrando sus encantos por azar, descubriendo todas las millones de pequeñas piazzas con sus respectivas fuentes que están por todos lados y recorriendo sus calles hasta que una de ellas te lleve a los grandes monumentos emblemáticos como lo son la Fontana di Trevi , Piazza Venecia , Piazza Navona o Piazza España.
Aunque el calor en verano es bastante fuerte pienso que es la mejor época para ir. De por si la ciudad inspira un clima cálido como sus habitantes a diferencia de ciudades como Londres , Nueva York o París; además muchos de sus residentes están de vacaciones por lo que la cantidad de carros es baja. Para eso de las cinco de la tarde el cansancio se acumula y el calor empieza a bajar , el mejor remedio para recargar las baterías es sentarse en un café. Estoy casi seguro de que en Italia no hay cafe malo, y si por mucha casualidad termina siendo mala la infusión de cafeína de todas maneras el ambiente de estos lugares da como par quedarse toda la tarde. Se sale con el alma limpia y saliendo a las seis de la tarde todavía queda mucho tiempo para seguir visitando porque la noche llega como a las 9 y Roma de noche es todavía más hermosa.
La comida es también una de las razones más importantes para visitar Italia. No me sorprende la ausencia casi total de franquicias extranjeras en las calles. En otras ciudades siempre se consiguen restaurantes de comida de otros países , por ejemplo Nueva York es un coctel de comidas de todas partes del mundo. En Roma hay una dictadura absoluta de gastronomía italiana. Solo un McDonalds es lo que recuerdo ver. Y si en Paris y Londres hay Starbucks por todos lados en Roma no hay por el simple hecho de que no hay Starbucks que compita con un café italiano. Las pastas , las pizzas, los sandwiches paninnis son razones suficientes como para no dejar participar a otro tipo de gastronomía diferente a la italiana.
Al final esta es una ciudad que está hecha para disfrutarla a pie , ni si quiera en bicicleta y mucho menos en carro. Caminando se conocen las ruinas del imperio, se visitan las iglesias del renacimiento, se recorren sus piazzas (preferiblemente de noche), se pasea por las caminerías del río Tiber y del parque villa borghese ( este último a la altura de los mejores de Europa ), se pasea por las calles del barrio trastevere ( sin dejar de perderse las vistas desde las colinas) y se visitan todos sus monumentos , avenidas y museos que son infinitos en Roma una ciudad que pensé que conocía y que ahora se que apenas conozco.
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