31 jul 2013

Toque y despegue en la ciudad de Pedro el grande

     


           <Para poder vivir acá hay que haber nacido acá > es lo que voy pensando mientras la agente de imigración habre mi pasaporte para poner el sello de entrada. La estación es verano pero el sol no aparece por ninguna parte, el azul del cielo tampoco , lo que hay es una cápsula blanca que se extiende por el horizonte. La temperatura se aproxima a los 17 grados Celsius y el frío que falta durante este pequeño receso se encuentra en las expresiones del funcionario  que dirige  la entrada y salida de pasajeros de San Petersburgo.
          
          Todo comenzó cuando Pedro el grande quizo fundar una cuidad que le permitiera  defender sus territorios de Finlandia ( colonia rusa en ese momento) hacia el oeste en el báltico. Entonces se decidió que una isla al final de la desmbocadura del río Neva  militarmente era el lugar más apropiado. Hoy, siglos más tarde, la ciudad se desarrolla casi que encima del río y son incontables el número de puentes que lo atraviesan. El río Neva no es como cualquier rio normal de ciudad, es un río ancho que separa y crea ciudades independientes , para atravesarlo caminando por alguno de sus puentes hay que andar al menos 20 mimutos. La mayor parte del año está congelado.

         Como jugada de librito lo primero que se debe hacer al llegar  es visitar el palacio del  Hermitage. Allí vivieron personajes tan importantes como Katalina II  o Pedro el Grande , fue donde asesinaron a la última generación de los Romanov ( hace ya casi un siglo ) , es uno de los museos más grandes del mundo. Parte del palacio ha sido reconstruido y restaurado , demasiado bien se conserva tras haber soportado un incendio en el siglo XIX y el intento de los alemanes en la segunda guerra mundial para apoderarse de Rusia.

         Ver el palacio por fuera es tan importante como por dentro. Las partes más  autenticas y originales transmiten una sensación de poca austeridad con la que vivía la corona. El complejo lo diseñó un arquitecto italiano y dentro se exhibe la colección de arte que perteneció a la realeza, de las más importantes de occidente. Es tan grande que se puede perder uno adentro entre los pasillos llenos de retratos de zares , los inmensos salones para celebraciones , jardines, esculturas de oro , lamparas  y no salir sino horas mas tarde. Y después, al salir, recorrerlo por fuera para ver la fachada que tiene un color vede ruso que se extiende hasta el río.

           Esta, aunque relativamente nueva, es una ciudad tan europea como cualquier otra. Sus palacios, plazas, jardines y parques están inspirados en los mejores que visitaron los tzares en sus viajes hacie el oeste.  Saliendo del hermitage, se consigue uno con una plaza  como la de San Pedro de Roma , diseñada hasta por arquitecto italiano. Caminando un poco más, aparece un parque tomando el mismo estilo y hasta el nombre del que imita en París: Campos de marte. Todo traído del oeste pero con estilo y sello Ruso. Como diría Picasso Good artist copy, great artist steal.

          Si el palacio del Hermitage destila un lujo a todo tren con el que vivían los Tzares, las iglesisas no dejan de hacerlo. La iglesia de la sangre derramada de cristo por ejemplo. Construida al mejor estilo ortodoxo , gon globos y cruces doradas por fuera, adentro esta decorada con mosaicos que representan las escenas de los evengalios, en la cúpula superior está un mosaico de Jesucristo que  vigila a los turistas que recorremos la iglesia desde cualquier que oo miran desde todos los ángulos. Luego está la catedral en donde si se pierde de vista el lujo y la majestuosidad.

          San Petersburgo es una de las ciudades más grandes de Europa junto con Londres y París, pero, ha diferencia de estas, aquí no se ha explotado el turísmo de una manera tan masiva y globalizada, muchos de los turistas son rusos. Lo bueno de esto es que le da un mayor sentido de autenticidad a la ciudad , lo malo , es que para entenderse hay que ser experto en el lenguaje universal de las señas. El inglés se habla entre muy pocos jóvenes y del alfabeto ruso es imposible rastrear una sola palabra.

           Las distancias son bastante largas  y el metro es la mejor alterntiva para comunicarse , está un tranvía que  pareciera recorrer todas las calles del centro, porque desde casi todas se ve la telañara de cables que utiliza para tragar electricidad, y los taxis que son tan escasos como el agua en el desierto. Después las calles están llenas de BMW , Mercedes , Audi y todo tipo de carro  lujoso Europeo, que comparten las vías con los muy emblamiticos Lada (la marca rusa de carros) que terminan siendo un desfile de cacharros detrás de estos últimos

           El metro de por si es una atracción, como tiene que pasar por debajo del río Neva ,es uno de los más profundos del mundo. Esto se comprueba fácilmente esperando los 5 minutos en las escaleras eléctricas para bajar, y una vez abajo esperando el vagon se siente uno en los años 50 en el comienzo de la guerra fría. Los vagones son de museo como las escaleras eléctricas. Todo se parece más a Leningrado que a San Petersburgo. De todas maneras parece ser eficiente y cumplidor.

            Russia no es un país desarrollado, o por lo menos no pareciera serlo , igual los viajes no se hacen para visitar países automatizados, sino para conocer otras culturas y formas de vida y en eso  Rusia si tiene mucho que ofrecer y derrochar. 

            










28 jul 2013

Crónica desde una ciudad detenida en el tiempo


     
             Produce tanta expectativa y emoción , que poco importa el martirio que significa salir desde Maiquetía (aeropuerto de Caracas) , las pocas horas de sueño acumuladas, o las diez horas de encierro en el avión. Una vez que se pone el primer pie sobre ella regresan el ánimo y la energía necesaria para empezar a recorrerla.

          Gracias a Dios y al espíritu santo que Roma se salvó de no ser destruida en la segunda guerra mundial como si le paso a Berlín y a Varsovia. De no haberse rendido a tiempo los italianos no hubiese sido posible disfrutarla como se hace hoy en día. Ni a Roma ni a todas las Romas que hay dentro de Roma.

           Está la Roma del imperio, esa que aparece por todos los rincones de la ciudad en forma de ruinas. Desde el hotel en donde nos estábamos quedando que exhibía con orgullo unas esculturas encontradas durante una remodelación , hasta las que se atraviesan para entorpecer las excavaciones del metro. Estas últimas son las responsables de que solo existan dos lineas de tren subterráneo en la ciudad y que la movilización para los turistas se lleve a cabo más que todo a pie, en autobús o en taxi.

             Mi ruina preferida y seguro la más emblemática de todas es el coliseo. Al verlo , inmediatamente se empieza a pensar en la grandeza del imperio, en la cantidad de prisioneros que han debido pelear allí dentro deleitando a una audiencia que disfrutaba verlos convertirse en pasapalos  para leones. El tamaño de lo que queda es bastante grande , por lo que su construcción ha debido tomar muchísimo tiempo y la cantidad de mármol que se ha debido utilizar para forrarlo completo ha debido ser gigantesca. Y no solo el coliseo, en muchas de las otras ruinas se observa el gusto de los romanos por el mármol. Hoy en día el mármol solo me recuerda a funcionario corrupto de dictadura tropical pero en aquella época seguro fue verdadero significado de elegancia. 

          También está la Roma de las iglesias . En Roma sin exagerar  en cada dos cuadras hay una iglesia. La más importante es el complejo del vaticano que con el museo, la plaza de San Pedro y la capilla Sixtina es  seguro uno de los monumentos más importantes a visitar quizás en toda Europa. El único problema es el mar de gente  que lo visita a diario que atosiga y cansa. Pero en Roma sobran las iglesias intervenidas por los pintores y escultores más importantes del renacimiento por lo que no hace falta ahogarse en el río de gente para ver una. 

          La Roma de las piazzas y de las  estrechas calles es la culpable tres ampollas que tengo en el pie. Para  llegar a algún sitio en Roma lo más seguro es que uno se pierda en el camino porque las calles en la ciudad no tienen un sentido lógico definido. Esa es la mejor manera de descubrirla, avanzando sin orientación para  que sea ella misma la que te vaya mostrando sus encantos por azar, descubriendo todas las millones de pequeñas piazzas con sus respectivas fuentes que están por todos lados  y recorriendo sus calles hasta que una de ellas  te lleve a los grandes monumentos emblemáticos como lo son la Fontana di Trevi , Piazza Venecia , Piazza Navona o Piazza España.

            Aunque el calor en verano es bastante fuerte pienso que es la mejor época para ir. De por si la ciudad inspira un clima cálido como sus habitantes a diferencia de ciudades como Londres , Nueva York o París; además muchos  de sus residentes están de vacaciones por lo que la cantidad de carros es baja. Para eso de las cinco de la tarde el cansancio se acumula y el calor empieza a bajar , el mejor remedio para recargar las baterías es sentarse en un café. Estoy casi seguro de que en Italia no hay cafe malo, y si por mucha casualidad termina siendo mala la infusión de cafeína de todas maneras el ambiente de estos lugares da como par quedarse toda la tarde. Se sale con el alma limpia y saliendo a las  seis de la tarde todavía queda mucho tiempo para seguir visitando porque la noche llega como a las 9 y Roma de noche es todavía más hermosa.

            La comida es también una de las razones más importantes para visitar Italia. No me sorprende la ausencia casi total  de franquicias  extranjeras en las calles. En otras ciudades siempre se consiguen restaurantes de comida de otros países , por ejemplo Nueva York es un coctel de comidas de todas partes del mundo. En Roma hay una dictadura absoluta de gastronomía italiana. Solo un McDonalds es lo que recuerdo ver. Y si en Paris y Londres hay Starbucks por todos lados en Roma no hay por el simple hecho de que no hay Starbucks que compita con un café italiano. Las pastas , las pizzas, los sandwiches paninnis  son razones suficientes como para no dejar participar a otro tipo de gastronomía    diferente a la italiana.
            
             Al final esta es una ciudad que está hecha para disfrutarla a pie , ni si quiera en bicicleta y mucho menos en carro. Caminando se conocen las ruinas del imperio, se visitan las iglesias del renacimiento, se recorren sus piazzas (preferiblemente de noche),  se pasea por las caminerías del río Tiber y del parque villa borghese ( este último a la altura de los mejores  de Europa ), se pasea por las  calles del barrio trastevere ( sin dejar de perderse las vistas desde las colinas) y se visitan todos sus monumentos , avenidas y museos que son infinitos en Roma una ciudad que pensé que conocía y que ahora se que apenas conozco.