“ Santiago mira la avenida Tacna ,
sin amor : automóviles, edificios desiguales y
descoloridos, esqueletos
de avisos luminosos
flotando en la neblina,
el medio día gris.
¿En qué momento se había jodido el Perú? “
Mario Vargas Llosa
: Conversación en la catedral
Lo primero que hice después de pisar suelo
colombiano fue preguntar por El olvido
que seremos. En este libro Héctor Abad, entre otras cosas, relata la muerte
de su padre asesinado a balazos por grupos paramilitares de derecha en los 80
en Medellín, una de las ciudades más violentas de uno de los países más
violentos del mundo para ese momento. En pocas horas llegaría a la capital de
ese país que fue es y será siempre tan parecido al mío.
*
Independientemente del motivo por el que se
realice un viaje , siempre nos da la oportunidad de vernos a nosotros mismos en
plural, ya sea como venezolano, como caraqueño, como mirandino o como hatillano
; cuando se hace un viaje siempre se logra mirarse desde la acera contraria y
poder explorarnos mejor como conjunto.
Basta salir de Caracas para extrañar el
imponente Ávila, el verde de sus árboles, la calidez de la familia y los
amigos, la comida y el entrañable clima. Pero también al visitar la capital del
país vecino y encontrar que es normal no sentir miedo al caminar por la calle,
que en la noche se puede dormir tranquilo y que al entrar al ascensor cualquier extraño que jamás verás de
nuevo en tu vida te recibe con los buenos días, sin esconder un “no te equivoques que no sabes quien soy yo” en la mirada, es razón para sospechar que de donde uno viene
las cosas no marchan bien.
*
Cuando
íbamos a Venezuela a visitar a la primas de Caracas decíamos que íbamos a los
EEUU pequeños, nos cuenta María del Carmen, prima hermana de mi abuela por el
lado Sader. Abastos llenos ,
autopistas modernas , y una capital que destilaba progreso y oportunidades es
lo que imagino mientras escucho la descripción de la ciudad que se encontró en
aquellos tiempos. Más adelante uno
de sus hermanos decidió irse a vivir a esa ciudad tan lejana y distante de la de hoy en día. Con su título de
ingeniero consiguió trabajo en una petroquímica, oportunidades, y el bienestar
que en ese momento su país no le ofrecía. Hoy cuando estoy ya cerca de graduarme
no puedo más que envidiar la situación de aquel momento de aquel primo de la
rama colombiana de la familia.
Otra de nuestras anfitrionas , Cecilia
Codavic, nos llevó a pasear por Bogotá y además de deleitarnos con su
amabilidad y simpatía nos enseñó los sitios más y menos turísticos de la
capital. Con ella fuimos a la casa de Bolívar, al Mueso Nacional - una antigua
cárcel de la época de la colonia restaurada y convertida en museo de arte- , a
la Biblioteca Nacional y más tarde a tomar café y comer obleas en su
apartamento. Entre los temas de
conversación siempre regresábamos recursivamente a las situaciones políticas de
ambos países. Acá hay muchos venezolanos
que se han venido a vivir - nos cuenta - sobre todo en cuestiones de
petróleo, son muy trabajadores y
se han adaptado bien.
*
Dos días antes del partido de fútbol contra Venezuela
se sentía la euforia en las calles.
Y no era para menos. La selección colombiana venía de haber ganado varios
juegos seguidos y se encontraban de segundos detrás de Argentina en la tabla
para la clasificación al mundial . Banderas en los restaurantes y los carros,
comentarios del partido en la radio y la televisión , titulares en primera
página de la prensa , conversaciones por montón en la aceras en las que cuando
intervenía me aseguraban algunos
que la victoria sería para Colombia por goleada, otros más sensatos que la
selección se encuentra en mejor momento que la de Venezuela y unos más
inteligentes que en el fútbol nunca se sabe con seguridad porque no hay nada
escrito.
La cierto es que cuando Venezuela marcó el
primer y único gol del partido en el minuto 17 las miradas de los
que también veían el partido en frente del hotel se clavaron con muy
poca simpatía en nosotros los venezolanos que celebrábamos con emoción el gol
de Salomón.
*
Más allá de la situación económica de
prosperidad que parece envolver a Bogotá lo que más le envidio de la capital
del vecino país es la paz que hay en cada una de sus calles. Paz , poca agresividad , respeto, cordialidad y
sobre todo justicia.
Después de regresar de Bogotá, muchos venezolanos se sienten
pesimistas por la situación que vive nuestro país en general. A mi me sucedió
todo lo contrario. Viendo con mis propios ojos como han logrado ganarle terreno
al caos y a la desidia sin necesidad de presupuestos millonarios sino más bien
con orden y autoridad , no puedo dejar de pensar que en Caracas también podremos
lograrlo de nuevo.
Nota:
Lo de los abrazos gratis me lo conseguí en una cliclovía que se organiza
en Bogotá domingos y feriados.
Mientras venía de regreso al hotel me encontré en la vía promotoras que
sostenían un aviso que decía :” Se
regalan abrazos gratis”. Quizás el cansancio físico, la turbación , y el
frío me hicieron desconfiar de lo que veían mis ojos. Lo cierto es que para la
próxima visita me traeré en mi haber a Caracas el recuerdo de numerosos abrazos
de oso.