Desde donde se venga y
por donde se venga Nueva York jamás será la misma ciudad de la visita anterior.
Se podrá llegar en avión por cualquiera de sus tres aeropuertos , por autobús
un viernes de intenso tráfico, o por un largo túnel subterráneo a través del tren. Esta vez todo será
diferente , todo será distinto excepto a una cosa, que nunca cambia, la
sensación de asombro después de poner el primer pie en la isla de Manhattan.
La línea de
autobuses Fung-Wa es la opción más barata para entrar a Nueva York, parte desde
varias ciudades y su bajo precio
hace que se olvide el riesgo de viajar con ellos. No llega al corazón de
Manhattan como otras pero se puede aprovechar la ocasión para entrar por el
famoso Barrio chino y ahorrarse el tiempo que implica atravesar la ciudad en un
día de tráfico. Con sus calles llenas de tiendas por todos lados se puede
conseguir todo lo que sea hecho en China a precios muy bajos. Las imitaciones
de productos costosos abundan y las diferencias con los originales son insignificantes,
como la de un reloj adquirido por un amigo que dejó de funcionar a la media hora o una colonia en la que el vendedor se equivocó y le vendió un frasco
de agua con jabón. Visitarlo nunca
deja de ser interesante, la china es solo una más de las culturas que conviven
en Nueva York. Desde allí se puede coger el metro y llegar a cualquier rincón
de la ciudad.
A los famosos les
encanta Nueva York por ser una ciudad donde pueden pasar desapercibidos y llamar
menos la atención, y a la gente le encanta Nueva York, entre otras cosas, por
ser una ciudad donde se pueden tropezar
fácilmente con famosos. Dicen que los verdaderos Neoyorquinos nunca se sorprenden al ver una
celebridad. Sea cierto o no cuando me tropecé con Antonio Banderas no fue sino
hasta el día siguiente que caí en cuenta que aquel rostro familiar no era de
ningún conocido difícil de recordar sino del protagonista de La Máscara del
zorro. De todos modos si se anda en la busca de famosos en los musicales de
Broadway siempre hay alguno como por ejemplo Julia Roberts interpretando algún
papel en una obra.
La jungla de concreto deslumbra e impresiona es cierto, pero también
atosiga y cansa, este problema los
neoyorquinos lo resolvieron desde hace mucho tiempo con la creación del central
Park en el siglo XIX cuando convirtieron una zona pantanosa y sin árboles en
uno de los parques más famosos del mundo. Ubicado en pleno centro de la ciudad
se encarga de darle equilibrio a toda esa masa de rascacielos diseminados por
todas partes. Tan valioso para el ejecutivo, el mendigo , el taxista, el niño o
el turista es el punto de
encuentro por excelencia. Una de mis actividades favoritas es recorrerlo en
bicicleta.
De
todos los sitios emblemáticos de la ciudad, es quizás Times Square el más emblemático de todos, famoso
por su dinamismo las 24 horas los 7 días de la semana es donde se producen los
musicales más importantes. Sus enormes vallas de publicidad alumbran día y noche,
y es uno de los lugares más concurridos sobretodo para pasar el 31 de diciembre. Conseguir un puesto
no es fácil, la tarea exige presentarse desde las dos de la tarde a
temperaturas de invierno para poder presenciar a las doce en punto la
gigantesca pelota cayendo que
anuncia la llegada del nuevo año. Hay otros que prefieren alquilar una de las habitaciones de
los Hoteles adyacentes con vista al show a pesar de pagar los 4000 dólares que
cuesta como mínimo la noche. Otra opción para esperar el año Nuevo es
ver los fuegos artificiales desde el Central Park, con tan solo llegar 20
minutos antes de que se acabe el año es más que suficiente.
Más allá de ser la
ciudad que nunca duerme Nueva York es la ciudad que nunca de trabajar. Si el 31
de diciembre la gente salía a las calles hasta horas de la madrugada a celebrar, el 1 de enero fue
un martes tan normal y corriente como cualquier otro martes del calendario.
Todo funcionaba a tiempo completo, fue difícil encontrar alguna tienda, museo o
restaurante cerrado por ser feriado.
El recién
inaugurado museo de los rascacielos en la parte baja de Manhattan es una
pequeña exhibición de la historia de los edificios más altos del mundo desde la
pirámides de Egipto. Hubo momentos en que Nueva York era la cima del mundo, con
edificios como el Empire State, la torre Chrysler o el Rockefeller, las demás
ciudades le llegaban apenas a la cintura. Pero eso fue hasta finales del siglo
XX cuando las ciudades asiáticas le quitaron el mando. De los diez edificios más altos del mundo, 8 están
en Asia. Ciudades como Taipei, Shangai y Hong Kong llenan la lista que lidera Dubai con cierta ventaja
sobre el segundo puesto. Este año 2013 Nueva York ocupará el segundo lugar
cuando se inaugure la Freedom tower que está siendo construida en el mismo
lugar donde se erigían las
desaparecidas torres gemelas. Hacer edificios más altos hoy en día es un
capricho no un negocio.
Julio Cortazar en una entrevista cuando se refería a Paris decía que
prefería ser nada en una ciudad
que lo es todo , a ser todo en una ciudad que no es nada. Y sí, Cortazar
detestaba profundamente a los EEUU por razones netamente políticas, tanto que
se negó siempre a visitarlo, pero aun así jamás se pudo resistir a visitar
Nueva York. Supongo que al final a Cortazar, siendo ya en ese momento una
celebridad literaria mundial, no le importó ser todo en otra ciudad que lo es
todo.